La salud mental dejó de ser tabú en los libros que leen los jóvenes argentinos

La salud mental dejó de ser tabú en los libros que leen los jóvenes argentinos

Las novelas de Ludmila Ramis y Sol Chiara son ejemplos de obras que no romantizan el dolor y abren espacios de apoyo.

MÁS QUE UN LIBRO. La lectura de novelas puede marcar un antes, y un después en la vida de lectores adolescentes y jóvenes. / UNSPLASH
01 Julio 2025

Durante la adolescencia, tiempo atravesado por la ansiedad, el aislamiento y las emociones difíciles de explicar, los libros se vuelven algo más que un objeto o un pasatiempo. Son un espacio para nombrar lo que duele, para dejar de sentir la soledad y para encontrar un personaje que siente lo mismo que uno. Y esa experiencia, íntima y poderosa, está cada vez más presente en la literatura juvenil argentina.

Historias que retratan trastornos como la ansiedad, la depresión o el trauma dejaron de ser un tabú en las librerías. Autoras jóvenes como Ludmila Ramis y Sol Chiara apuestan a contar sin romantización los conflictos internos que atraviesan muchos adolescentes. Su escritura se convirtió en un canal para acompañar, validar emociones y, en muchos casos, motivar a buscar ayuda profesional.

Libros que dicen lo que cuesta decir

Ludmila Ramis publicó "Club de los paraguas rotos" (Planeta) en 2023. Desde el primer capítulo, su novela interpela a los lectores jóvenes con una mirada sincera sobre lo que significa crecer con sufrimientos que no siempre se pueden contar. “Uno es lo suficientemente adulto para conocer las primeras crueldades del mundo, pero todavía muy niño como para tener herramientas para enfrentarlas”, reflexionó Ludmila en una entrevista reciente.

LA OBRA DE LUDMILA RAMIS.

Por su parte, Sol Chiara, autora de "Retratos de instantes perfectos" (Alfaguara), escribió desde su experiencia con la ansiedad durante la adolescencia. En su cuenta de bookstagram descubrió que muchos otros jóvenes no encontraban representación real en los libros. Entonces, decidió escribir lo que a ella le hubiese gustado leer. Y así nació su novela, con una protagonista que vive ataques de pánico, miedos difusos y la presión constante de “estar bien”.

Escribir con cuidado, leer con conciencia

Ambas autoras coinciden en que escribir sobre salud mental para un público joven implica una responsabilidad especial. Ludmila señala que el mayor desafío es encontrar el punto justo entre minimizar los síntomas o sobredimensionarlos. “No se trata de que el lector piense que su problema no importa, pero tampoco de presentarlo como un pozo sin salida”, explicó.

Chiara, en cambio, destaca la importancia del lenguaje. Asegurarse de que el vocabulario sea cercano para los adolescentes, sin perder rigor, fue uno de sus mayores aprendizajes como escritora, según comentó en diálogos públicos. Y añadió que sabe que sus palabras pueden resonar fuerte en quien está leyendo del otro lado.

Dejar atrás los clichés

Uno de los mayores riesgos en la literatura sobre salud mental es caer en estereotipos o romantizaciones. Para Ramis, el foco debe estar en mostrar que los trastornos no definen a las personas. “Un problema de salud mental no es un rasgo de personalidad. Es algo que se trata y que se puede trabajar para tener una mejor calidad de vida”, afirmó.

LA OBRA DE SOL CHIARA.

Chiara también criticó la idea de que “el amor cura todo”. Contó que durante su adolescencia se cansó de leer protagonistas con ansiedad que se curaban mágicamente al enamorarse. Por eso en su libro el amor no aparece como salvación, sino como una compañía posible, un refugio más que una solución.

Cuando los lectores se ven reflejados

La conexión entre estas historias y los lectores es profunda. Ramis recibió mensajes de jóvenes que, después de leer su libro, se animaron a contar lo que estaban viviendo. Algunos lo hicieron con ella, otros lo compartieron entre ellos. Así se formaron redes de contención espontáneas, nacidas al calor de la lectura.

En el caso de Chiara, la repercusión también fue llamativa. En ferias del libro y momentos de firma de ejemplares, los adolescentes le confiaron que empezaron terapia o que, por fin, pudieron hablar con sus padres de lo que sentían. Para ella, ese es el mayor logro: saber que su libro sirvió como primer paso para algo más grande.

En un momento donde los jóvenes buscan espacios que les hablen sin filtros, los libros de Ramis y Chiara son una invitación al diálogo y a la empatía. No reemplazan a la terapia, no dan soluciones mágicas, pero acompañan. Y muchas veces, eso alcanza para dar el primer paso.

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